Desde hace muchos años vengo dándole vueltas al “por qué” de nuestra Semana Santa, el posible origen de nuestras hermandades, los itinerarios y horarios. A lo largo de los siglos ha debido de haber modificaciones, añadidos, cambios de costumbres, etc. Pero hay tres momentos que, a mi entender, no han debido cambiar desde su origen. La procesión del Silencio, la del Hambre y el Caracol forman un conjunto que podemos interpretar como un verdadero Auto Sacramental, un Teatro Sacro dirigido a que el pueblo entendiera los misterios de la Pasión de Cristo. Lo que a continuación voy a relatar es mi interpretación libre y personal; habrá quien no esté de acuerdo y quien tenga otra visión y todas pueden ser válidas, pero creo que lo que he deducido es perfectamente posible.
Si seguimos los Relatos Evangélicos, a Cristo le prenden en el Huerto de los Olivos en la noche del Jueves. Dicho lugar se encuentra fuera de Jerusalén, extramuros. En Almagro, a esa hora (mas o menos) y de la Ermita de San Juan Bautista, extramuros de la ciudad, sale la Procesión del Silencio. Jesús de las tres Caídas recorrerá las calles durante varias horas. Esta procesión tiene la peculiaridad de no tener un recorrido fijo, es la única de nuestra Semana Santa que cada año cambia de itinerario, podríamos decir que es “anárquica” respecto al resto que año tras año repiten el mismo recorrido. Creo que se trata de representar la terrible noche en la que Jesús fue llevado y traído por las calles de Jerusalén: de casa de Anás a la de Caifás; del Pretorio al palacio de Herodes, vuelta al Pretorio ante Pilatos…un ir y venir incesante. Y la Hermandad de San Juan lo representa en nuestras calles de esa forma: sorprendiendo cada año al espectador que puede encontrarse con la Imagen del Nazareno al volver cualquier esquina. La Procesión del Silencio finaliza siempre en Madre de Dios, el gran edificio parroquial elevado sobre gradas, el edificio más grande de la ciudad, el único con un atrio delante ¿ les suena, les dice algo?: es la representación perfecta del Pretorio, el Palacio de Poncio Pilatos. Ahí permanecerá el Señor de San Juan el resto de la noche y de ahí saldrá camino del Calvario. Este ritual nos está mostrando de manera plástica y realista lo que debió ser la noche del injusto juicio a Cristo, la noche de los interrogatorios, de los falsos testigos, del quitarse de en medio lavándose las manos, la noche de la injusticia.
Pero sigamos con nuestra interpretación. Si hay en Almagro una procesión peculiar por su horario “extraño” esa es la del Hambre, así llamada por celebrarse en torno a las dos de la tarde en un día de ayuno. Si continuamos con los Evangelios, a esa hora se debió producir el camino de la Vía Dolorosa. En nuestro caso, los Armaos, las fuerzas romanas al servicio de Pilatos, entran en Madre de Dios en formación, tocando los tambores. Van a por el Justo, van a cumplir la sentencia: muerte en cruz. Van a trasladar a Cristo al lugar del martirio. Lo llevarán al Gólgota, el monte de la Calavera, que se encuentra “fuera de las murallas de Jerusalén”. Y nosotros llevaremos al Señor de San Juan a su ermita, “fuera de las murallas de Almagro” ¿perciben el paralelismo?: este “Auto Sacramental” está representando su segundo acto: el camino del Calvario, un paso más hacia el Sacrificio que nos salva.
Una vez que la Hermandad de San Juan se ha encerrado en su sede, comienza el tercer acto. Los Armaos se dirigirán a la Plaza Mayor para realizar el Caracol. Estoy seguro de que en los años antiguos el Caracol solo se realizaría el Viernes Santo, dado su sentido simbólico profundo, como ahora veremos. El Caracol es una formación en la cual los Armaos, con el ritmo casi obsesivo de sus tambores, terminarán dibujando una doble espiral en movimiento incesante y perfecto en el centro de la Plaza. Cuando esa doble espiral está en su cenit, los tambores y las cornetas rompen sus sonidos, se desafinan y el Caracol se desintegra de repente. Si leemos atentamente los Evangelios, veremos cómo hacia las tres de la tarde Cristo espiró. En ese momento se rasgó el velo del Templo, tembló la tierra, se abrieron las tumbas, el sol se oscureció, se desató una terrible tormenta…el Universo entero llora la muerte del Justo, del Hijo de Dios. El perfecto orden de los astros se rompe, el orden terrenal se descompone…y la perfecta doble espiral, armónica, sutil, del Caracol se parte en mil pedazos. Cristo ha muerto y no hay orden posible, los armaos( a los que siempre vemos en formación por las calles) se dispersan cada uno por un lado. Fin del tercer acto de nuestro Auto Sacramental, cuyo epílogo veremos representado en el Santo Entierro, pero esa es otra historia.
Como dije al principio, esta es mi interpretación personal de tres momentos sublimes de la Semana Santa de Almagro, a la que le tengo un profundo cariño. Valga como homenaje a nuestras Hermandades que tanto hacen por engrandecerla y dignificarla.
LUIS MALDONADO FERNÁNDEZ DE TEJADA