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LOS COLORES LITURGICOS EN LA IGLESIA CATOLICA.

IMG 7122En todas las culturas se hace uso del simbolismo de los colores, tanto para la vida social como para la expresión religiosa. La Bandera nacional o un partido político o un grupo deportivo tienen, por ejemplo, sus colores propios, que vienen a representar a la entidad.

En cada cultura puede ser distinto éste simbolismo. En el Japón, por ejemplo, el luto se puede expresar, además de con el negro, también con el color blanco. Mientras que allí el color más noble es el morado, porque se encuentra en el escudo imperial.

En la liturgia Cristiana, durante los primeros siglos no parece que hubiera una norma general en cuanto a los colores. Lo único que se tenía en cuenta era que para los días mas festivos se eligieran colores mas vivos (en Oriente, sobre todo, policromados), y para tiempos penitenciales, colores más oscuros y austeros.

A partir del Concilio de Trento, en el siglo XVI, se llegó a un cierto código, bastante parecido al actual, para el uso de los colores litúrgicos. Como dice el Misal, cada Conferencia Episcopal “puede estudiar y proponer las adaptaciones que respondan mejor a las necesidades y modos de ser de los pueblos” (n.308).

Estos colores se refieren a los vestidos de los ministros, estola, casulla y también a los paños que pueden adornar el altar, el ambón o el sagrario.

SIMBOLISMO Y USO DE LOS COLORESIMG 7123

  • El Blanco. Es entre nosotros un color alegre, que de entrada sugiere limpieza, la fiesta y la luz. Por eso se ha convertido en símbolo de la inocencia, de la pureza, y de la alegría. El vestido blanco de la novia es, en nuestra cultura, uno de los símbolos mas significativos. El ángel que aparece junto al sepulcro para anunciar que Jesús ha resucitado, va vestido de blanco. Los vencedores del Apocalipsis están cubiertos de lino blanco y montado en caballos blancos. La gloria de Cristo se simboliza en la escena de la Transfiguración con unos vestidos blancos como la luz.  Por eso los vestidos de los ministros son blancos en la Navidad, en la Pascua, en las fiestas del Señor ( a no ser que se refieran a la Cruz) y de la Virgen, así como en los santos que no sean mártires. También para la celebración del Bautismo, del Matrimonio y de la Unción de enfermos, si es con misa. El blanco es, por tanto, el color privilegiado de la fiesta cristiana, como expresión de la luz, la alegría y la vida que Dios nos comunica.
  • El Negro. Poe el contrario, es la negación del color, a pesar de la nobleza que puede también comportar y que le hace ser periódicamente el color de moda. El negro recuerda espontáneamente la oscuridad, la noche, la falta de luz, y por ello simboliza la perdición, la desgracia, el pecado. Es el color típico del duelo y de la tristeza. En la liturgia, el negro había sido durante siglos el color del Adviento y la Cuaresma. Ahora ha quedado más relegado: queda solo como facultativo en las exequias y demás celebraciones de los difuntos, aunque cada vez se usa más el morado. Para el caso de los niños párvulos, el color más adecuado es el blanco.
  • El Rojo.  Nos trae a la imaginación el fuego y la sangre. Es un color “agresivo”, que puede simbolizar el sentido de la culpa (tiene las manos rojas quien derrama sangra ajena), de peligro (el “stop” del semáforo) y también el amor. Los profetas parece que identificaban la situación del pecado con el color roj
    o: “así fueren vuestros pecados como la grana, quedaran blancos cual la nieve, y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán” (Isaías 1,18). El Rojo es ahora el color del Domingo de Ramos y del Viernes Santo, por su aproximación a la Cruz; de la fiesta de Pentecostés, por el fuego del Espíritu; la exaltación de la Cruz el 14 de Septiembre; las fiestas de los apóstoles, los evangelistas y todos los mártires, porque han dado testimonio con sus vidas de fe en Cristo. La Confirmación se celebra en blanco, pero también se puede en rojo, subrayando la donación del Espíritu.
  • El Verde. Es el color de la vegetación, del crecimiento, de la vida. De ahí vienen diversos simbolismos: la esperanza, la vida, la pureza de la naturaleza, la serenidad (el “verde” de los semáforos como paso libre). En la cultura actual es verde es símbolo de los movimientos ecológicos, de defensa de la naturaleza contra la corrupción y la manipulación humana. Aunque también decir de algo o alguien que “está verde” puede indicar la falta de madurez. En la liturgia, el verde es el color del Tiempo Ordinario: esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvación y, sobre todo, la celebración semanal del domingo como “día del Señor”. El verde, color de crecimiento, de esperanza y de vida, apunta así a los frutos de vida que a lo largo del año debe producir el misterio de la Navidad o de la Pascua de Cristo que hemos celebrado en los “tiempos fuertes”.
  • El Morado. Es un color discreto, serio, aun dentro de su elegancia. Por eso, su simbolismo apunta a la penitencia, a la tristeza y al dolor. Según en que culturas, también a la realeza y nobleza. Se utiliza el morado en las celebraciones del Adviento y de la Cuaresma: dos tiempos en que  preparamos con un tono de mayor austeridad las fiestas de la Navidad y de la Pascua. (Para el Adviento se podría pensar en el futuro en un color distinto del morado, para distinguir éste tiempo de esperanza del de penitencia que es la Cuaresma. Los luteranos, desde 1978, han decidido utilizar el color azul para el Adviento: y se basan, precisamente, en los documentos de nuestra antigua liturgia hispano mozárabe. También podría ser un morado mas suave o tirando a granate). Se usa el morado para las celebraciones penitenciales. Y también para las exequias, para las que antes se utilizaba el negro. Fue el Concilio el que quiso que en el lenguaje de las exequias cristianas tuviera un tono de esperanza pascual: esto se ha notado en las oraciones, en los cantos y también en el cambio de color.

Hay otros colores menos frecuentes.

  • El Rosa distingue los Domingos “Gaudete”, a mitad del Adviento, y “Laetare”, a miIMG 6245tad de Cuaresma.
  • El Azul
  • El color Dorado, por la nobleza de sus materiales, puede expresar una celebración particularmente festiva y solemne.

¿POR QUÉ LOS COLORES?

La variedad de los colores en nuestra liturgia tiene, según el Misal (n.307), dos finalidades.

  1. 1.Ayudan a sintonizar mejor con los misterios que celebramos: “la diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aún exteriormente, las características de los misterios que se celebran”.
  2. 2.Tiene la pedagogía de la variedad y la dinámica de un Año Cristiano que nos va conduciendo por misterios y actitudes graduales: “expresa también el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico”.

El que después de una Cuaresma en la que ha predominado el morado, pasemos a celebrar la Pascua en blanco, y que esta Pascua concluya con el rojo del Espíritu de Pentecostés, tiene su pedagogía. Como la tiene el que las fiestas de los mártires se celebren en rojo, y las de la Virgen en blanco.

El color, como elemento visual sencillo pero eficaz, uniéndose a otros más importantes como son las lecturas, las oraciones y los cantos, quiere ayudarnos a celebrar mejor nuestra fe.

*Ver algunas imágenes de María Santísima de la Esperanza*